Introducción al curso de la Bhagavad Gita (parte VIII)

Nididhyāsanam o contemplación.

 Con las dos barreras de dama y śama, se crean unas condiciones para que la mente se encuentre serena y la contemplación, con el tiempo,  se vuelva algo natural. Nididhyāsanam es la tercera disciplina para asimilar la enseñanza.

 Los versos 64, 65 y 66 dicen:

«Mientras que aquel cuya mente es controlada, que se mueve en el mundo de los objetos con los órganos sensoriales bajo su control, libre de apegos y aversiones, logra la tranquilidad».

«Cuando la mente es tranquila, la destrucción de todo dolor y aflicción ocurre porque el conocimiento de aquel de mente tranquila pronto se torna bien establecido».

 «Para el que no es tranquilo, no hay conocimiento. Para el que no es tranquilo, no hay contemplación y para el que no es contemplativo, no hay paz. Para el que no tiene paz, ¿cómo puede haber felicidad?»

Śama y dama son vitales para que el conocimiento pueda asentarse, pero aun así, el valor emocional por los objetos de apego puede seguir existiendo de forma latente o potencial, y por consiguiente,despertarse ante presencia del objeto de apego.

Kṛṣṇa muestra la solución en el verso 60:

«Para el que no alimenta los sentidos, los sentidos regresan a sí mismo, dejando atrás el anhelo. Habiendo visto a Brahman (cuando se conoce el sí-mismo), aun el anhelo se va».

¿Qué quiere decir que habiendo visto, habiendo conocido a Brahman se deja atrás el anhelo? Esto es muy importante. A pesar de practicar dama y śama, el deseo sutil por los objetos de apego permanece, y la única manera de superarlos, no se consigue por supresión, sino por sustitución de «algo mejor». ¿Qué es ese «algo mejor»? El conocimiento de Brahman. El conocimiento de que el individuo no es diferente del Señor, que el individuo ya está libre de toda limitación pero que es incapaz de reconocerlo por pura ignorancia. Morar en el conocimiento de Brahman es lo único que puede hacer superar el anhelo sutil subyacente. Y para ello, se necesita una contemplación constante en Brahma-vidyā.

Si existe supresión y rechazo, los objetos de anhelo se manifestarán con mas virulencia en el futuro porque ese valor subjetivo emocional seguirá existiendo. Las emociones no pueden ser suprimidas ni la vida emocional puede ser cortocircuitada. Una vida de disciplina férrea sin conocimiento de Brahman no conseguirá eliminar de raíz los apegos sutiles.

 Una cosa será el valor intelectual (objetivos) que tengamos sobre los objetos de apego, y otra el valor emocional. Para que la visión del vedanta forme parte de nuestra vida, la enseñanza ha de abrazar la mente emocional y el subconsciente, de lo contrario, ante una crisis donde surjan las emociones subyacentes, nuestro discurso racional será desplazado y el subconsciente tomará el relevo.

Aquí es donde nididhyāsanam entra en juego. Para que nididhyāsanam se asiente, primero,  hemos de escuchar la enseñanza (śravaṇam), segundo, la resolución de las dudas (mananam) con el maestro, y tercero , meditar, morar, reflexionar en la enseñanza recibida. En esto no hay elección. La enseñanza se ha de recibir escuchando las escrituras en clase, una clase detrás de otra, y después hay que internalizarlas mediante la constante contemplación y estudio. Todo ello vivido en un clima de devoción (bhakti) y de karma-yoga.

Esa es la ruta espiritual marcada por las escrituras y por maestros como Śaṅkara que han marcado un antes y un después arrojando luz sobre la visión vedica y el estudio del śāstra.

Aquí llegamos al fin del resumen introductorio al capítulo dos de la Bhagavad Gita.

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