Invocando la gracia de Īśvara

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Por Swami Dayananda Saraswati.
Traducido por Cristina Mateos. Revisión Óscar Montero.

Los hechos que se relatan en la siguiente historia del Mahābhārata, ––verdaderos ó falsos–– ocurrieron justo antes de la inminente guerra de Kurukṣetra, y nos hacen entender que la diferencia entre el éxito y el fracaso no es meramente una cuestión de esfuerzo.

Se cuenta que Arjuna y Duryodhana acudieron al lugar donde Krishna estaba descansando para pedirle ayuda. Duryodhana llegó en primer lugar seguido de Arjuna. Como Krishna estaba dormido y no querían despertarle, Duryodhana se sentó a su cabecera y Arjuna a sus pies. Al despertar, Krishna primero vio a Arjuna; Duryodhana, inquieto, hizo sentir su presencia y le dijo que él había llegado primero.

La convención exige que en caso de competición el que llega primero tiene derecho a elegir, y como ambos habían venido a pedirle ayuda el Señor Krishna se encontraba en una situación bastante peculiar: había visto primero a Arjuna, pero Duryodhana había llegado antes. ¿A quién debía dar a elegir? ¿A Arjuna o a Duryodhana? Krishna decidió que a Arjuna porque lo había visto primero. Sin embargo especificó que tendría que elegir entre estar con él sin que él luchara, o ponerse del lado de su ejército. “Yo no tocaré mi cakram ni mi gadā. ¿Quieres estar con un Krishna que no va a luchar o prefieres estar del lado de mi ejército?”.

La cuestión era que Krishna era un yādhava y los yādhavas eran invencibles. El gran don que tenían era que nadie sino un yādhava podían destruirles, así que tener a un ejército de yādhavas de tu lado era sinónimo de victoria. No sé si Duryodhana había rezado alguna vez, ¡pero seguro que lo hizo entonces! Arjuna sonrió y sin dudarlo un solo momento replicó: “Krishna, estate conmigo por favor”. Duryodhana se alegró muchísimo al ver que Arjuna rechazaba la victoria que le habían puesto en bandeja. Había temido que Arjuna decidiera elegir el ejército: estaba encantado. “¡Este Arjuna es un loco sentimental!”- pensó. “Quiere que Krishna esté con él —una boca más que alimentar durante el tiempo que dure la  guerra. Desde luego los sentimientos no ayudan a ganar guerras”–– pensó.

Como Arjuna había escogido tener a Krishna a su lado, a Duryodhana le tocó en suerte el ejército yādhava al completo. Krishna, riendo, se burlaba de Arjuna diciéndole: “Oye, que te había ofrecido todo el ejército, ¿no crees que eso te habría ayudado?” A lo cual respondió Arjuna: “En ti y en tu gracia veo yo el factor que otorga el éxito o el fracaso”. Duryodhana pensaba que tener de su lado a un ejército marcaría la diferencia entre el éxito y el fracaso. Arjuna también se daba cuenta de ello: sabía que en una guerra un ejército es importante, así como las armaduras y los misiles. Pero cuando se vio en la tesitura de elegir entre Krishna y su ejército, prefirió a Krishna.

¿Qué es lo que representa Krishna? Si el Señor Rāma era considerado el  dharmavigraha,  la  personificación del dharma, el Señor Krishna era anugraha-vigraha, el vigraha, la personificación de la gracia. El éxito y el fracaso no dependen solamente del esfuerzo, sino de un factor adicional denominado daiva o gracia. Arjuna escogió al Señor Krishna porque aunque el esfuerzo, prayatna,  y el tiempo, kāla, son también recursos necesarios, este elemento ––la gracia–– marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Hay algo invisible que puede erigirse como una pared entre nosotros y lo que deseamos conseguir. Nuestros maestros así lo reconocían y no es algo exclusivo de la cultura védica: en todas las culturas existe la palabra suerte. Aún los hombres primitivos comprendían el concepto de suerte: salían de caza y volvían con una ardilla o con un ciervo. Estar en el lugar adecuado en el momento adecuado no es algo que dependa de nosotros. Esto es algo que saben los hombres desde siempre por su experiencia y Arjuna lo sabía muy bien: por eso se decía de él que era un ātika, el que acepta la veracidad del Veda. Duryodhana por su parte era exactamente lo opuesto: un redomado nāstika, por su forma de pensar siempre errónea.  Arjuna le entregó las riendas a Krishna sabiendo que no había alejado de su lado a la gracia. Fue Krishna quien se sentó delante de Arjuna en el carro y cada flecha tenía que pasar por él primero: se estaba poniendo en peligro para salvar a Arjuna. Así pues, el esfuerzo meramente no explica la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Hay quien llama a este elemento gracia de Dios. ¿Quiere esto decir que Dios debe preguntarse cada día a quién le va a conceder su gracia? ¿Y sobre qué fundamento la distribuye? ¿Se la concede a unos, no se la concede a otros y hace incluso que otros caigan en la desgracia? Esto me parece bastante irracional. Alguien me preguntó una vez: “Swamiji, una vez hacía frio y se me pinchó una rueda en la carretera, así que me hice a un lado pero nadie se paraba a ayudarme.  Estuve esperando una hora hasta que, por la gracia de Dios, alguien se detuvo”. Si por la gracia de Dios alguien te ayudó ¿Cómo es que Dios permitió que se te reventara la llanta para empezar? Y además ¡te tuvo tiritando de frío durante una hora!––¿Dónde estaba El antes?– ¿Acaso estuvo enfadado contigo durante una hora? Nadie puede responder a este tipo de preguntas.

No existe la llamada gracia de Dios. Sólo existe el karmaphala, el resultado del karma. Dios, a quien llamamos Īśvara,  es la ley y todo lo que se manifiesta y no se manifiesta según esta ley. Tú tienes voluntad, deseos y ambiciones y eso es mucho más de lo que poseen los animales, así que es un privilegio tener deseos. Pero también hay que hacer que esos deseos se cumplan y para eso tienes que elegir entre los diversos medios de que dispones. Puedes o bien seguir el dharma, lo adecuado o correcto, o seguir un camino adhármico,  claudicando de las normas éticas.

En cada logro existe un proceder correcto e incorrecto. Existen medios y fines, causas y efectos, acciones y reacciones. Todo esto nos viene dado y si a la hora de escoger medios y fines sigo lo que se denomina el dharma, las normas éticas que son comúnmente aceptadas por todos nosotros, entonces no hay problema. El problema surge cuando se va en contra de esta ley. Si te frotas contra un árbol, [1]el árbol también se frotará contra ti, así que no acuses al árbol. Si eliges frotarte contra algo, verás que ese algo también se frotará contra ti. Si eso te pone de mal humor y te frotas todavía más fuerte, sólo lograrás acabar haciéndote sangre. Y aquí es donde interviene la gracia.

Allí donde hay dharma no puede evitarse el karma. En esencia, la otra cara del dharma es el karma. El karma no existe independientemente del dharma y solo el dharma hace que el karma funcione. Existe una ley del karma según la cual oponerse al dharma tiene un precio. Puede que a base de poder o de fuerza muscular logres salirte con la tuya hasta cierto punto, pero si te opones a todo el sistema de leyes tendrás que pagar por tus acciones con el resultado que esas leyes irán moldeando paulatinamente para ti. Así pues, respeta el dharma y asegúrate de llevar una vida basada en él. Lleva una vida con la menor resistencia a la ley que es Īśvara, una vida basada en “no ir a la contra la corriente”. No es fácil, pero es la verdad de la vida.  Quien vive así lleva una vida de dharma y a ese tipo de personas se las denomina sādhus. Parakāryam sādhnoti iti sādhuḥ, aquel que ayuda a que los demás logren cosas es un sādhu.

La palabra sādhu se usa normalmente para describir a un simplón, a alguien que no tiene sentido común ni ambiciones ni preocupaciones de orden pragmático. Pero no es de lo que estamos hablando en este caso. Hablamos de gente práctica y ambiciosa que quiere lograr cosas y hacer cosas. Y es entonces cuando el dharma y el karma se juntan. Tú eliges los medios para lograr un fin. Pero para lograr ese fin y para crecer como persona completa tanto moral como emocionalmente debes contar con cierta gracia.

Para poder transformarse en esta persona completa —sólo esta puede lograr moksa, el objetivo final— se requiere gracia. Esta es la razón por la cual tenemos que realizar karma (acciones)  que nos ayuden a ganarla y no sólo acciones dirigidas a lograr un fin deseado. Tenemos que realizar un karma específico para ganar gracia. Lo que llamamos gracia es karmaphala, el resultado de nuestro karma. Este karmaphala puede ser algo deseado por nosotros, puṇya, o no deseable, pāpa, y la gracia es un resultado puṇya.

Todo ser humano es miṣra, una mezcla de puṇya y pāpa que se despliega constantemente en nuestras vidas. Necesitamos neutralizar este pāpa y por eso los Vedas nos piden que neutralicemos los efectos de nuestras malas acciones, nuestros durita-karmas, cada día, mediante plegarias como sandhyāvandana, etc. Todos nos podemos ayudar con un poco de gracia y una forma de ganárnosla es mediante la oración diaria u oraciones especiales. Esto es lo que se denomina estar en actitud de oración, el aceptar la necesidad de la gracia, daiva, como lo hizo Arjuna cuando luchó hasta triunfar, asegurándose que Krishna estuviera con él. Podemos vivir en oración y abrirnos paso luchando para alcanzar lo que deseamos.

La oración es la única acción deliberada de la que disponemos para lograr el fin deseado, puruṣārtha, y en la que no actuamos bajo presión. Puedes decidir rezar o no hacerlo. Un alumno me dice: “Swamiji, yo sólo rezo cuando estoy con mucha presión porque las cosas no están saliendo bien”. Pero ¿Por qué deberías rezar? Podrías hacer muchas otras cosas. Podrías golpearte la cabeza contra la pared o beber hasta caer muerto. Se necesita algo diferente para poder rezar. Para empezar, una madre podría enseñarle a su pequeño el valor de la oración y animarle, así aceptará que hay algo más de lo que aparece en la superficie. Pero nadie puede forzar al niño a rezar. La oración es la manera con la que una persona religiosa, objetiva y pragmática controla aquellas situaciones que no le son propicias. La oración es la forma de controlar los obstáculos ocultos.

Otra forma deliberada de lograr lo mismo es ayudando a los demás, porque al ayudar a otro tú creces. La mejor ayuda es la que presta alguien que no piensa que está haciéndolo sino que siente que se le está dando la oportunidad de ayudar. En este momento. Más tarde, puede que necesite ayuda de otra persona porque todo el mundo necesita ayuda. No subestimes nada: a ti se te está ayudando constantemente. El ser humano –rico o pobre- es un consumidor. Se necesita la ayuda de un médico: hasta los médicos precisan de un médico. En esta sociedad tan sumamente litigiosa, en cualquier momento se puede necesitar un abogado. Hasta los alimentos de tu mesa son producto del esfuerzo de muchas personas. De niño no eres más que un consumidor, no das, pero cuando te haces adulto tienes que transformarte en alguien que da. Cualquiera que ayude a los demás y que dé más de lo que recibe es más maduro, más adulto y un mejor adulto.

 

Ayudar a los demás se denomina pūrta-karma. Se puede, por ejemplo, ceder un lugar para recoger agua de lluvia, vāpi, o un pozo público, kūpa, o dar acceso a una charca para el ganado, taḍāka, o incluso a un templo para el culto, devatāyatana. Es prestar un lugar para el reparto de alimentos, annapradhāna, un lugar de descanso para los caminantes, ārama, hacer escuelas, hostales etc. Todo esto son ejemplos de pūrta-karmas que sirven para ganar gracia… y necesitamos ciertamente mucha gracia.



[1] NDT: cuando vas contra la corriente

 

 

 

 

 

 

  1. zoraida dice:

    muy enrriquecedor el articulo
    gracias

  2. Jubosc dice:

    Hola… no se o, no recuerdo ahora como entre en contacto con vosotros.
    Mi nombre es Juan y, hoy en dia tengo 65 años. Desde el año 1998 tome mi primer contacto fisico con la practica del Yoga y, aunque a veces he tenido que abandonar mi practica por motivos familiares y de trabajo aun sigo interesado en esta disciplina. Por los años 95-96-97 estube impartiendo clases de Yoga en diferentes centros pero, lo tube que dejar por cuestiones de diferente indole, pero todas muy justificadas.
    Hoy en dia y, despues de mi jubilacion me he dedicado por entero a la enseñanza de esta disciplina. Tengo alumnos y diferentes sitios donde imparto mis clases. Los alumnos por lo general estan encantados con las clases, pero yo cada dia estoy mas inseguro y, la vida cada dia me presenta mas problemas que tengo que resolver, algunas veces sobre la marcha.
    Os escribo esto por que me imagino que estan un poco relacionados con “La invocacion a la gracia de Isvara”. ! A vaces me resulta todo tan dificil!
    Gracias Oscar porque tus articulos cada dia los siento mas cercanos.

    Jubosc.

  3. Susana dice:

    Excelente este texto, responde a nuestras proguntas internas, ayuda a entender la Vida.
    GRACIAS !

  4. Paloma dice:

    Gracias, necesitaba que me recordaran que la diferencia entre el éxito y el fracaso no es meramente una cuestión de esfuerzo ni de dharma.
    Un saludo
    Paloma

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