El concepto de éxito

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Por Swami Dayananda Saraswati.
Traducido por Gloria Alcaide. Revisión Oscar Montero.
Publicado en el año 2000 en conmemoración del decimocuarto aniversario de Arsha Vidya Gurukulam.

El concepto de éxito es un tema muy antiguo. En culturas dispares el concepto de éxito puede ser diferente. Gracias a la velocidad en las comunicaciones y a cierto tráfico global de ideas, el concepto de éxito parece tener hoy un significado casi universal. Las diferencias culturales no parecen existir, salvo quizás, en alguna remota sociedad tribal que no haya tenido contacto alguno con extranjeros. El concepto se reduce casi a uno o dos aspectos: éxito en el propio campo laboral, y en términos de logros. El éxito se evalúa en términos de consecución de conocimiento y desarrollo económico Existe una necesidad para el éxito desde el punto de vista de ganar más dinero y reconocimiento en la sociedad. Este parece ser el concepto universal de éxito hoy en día. No creo que sea necesario cambiar estas búsquedas. Creo que este concepto continuará todavía dirigiendo los corazones humanos durante muchos años. Pero entonces, ¿hay un sentido del éxito por parte del ser humano como ser humano? Esto es muy importante.

Autoenjuiciamiento

Cuando me esfuerzo por triunfar voy a juzgarme como una persona triunfadora o fracasada, o como alguien que está luchando para hacerse exitosa. No me preocupa luchar por el éxito un cierto número de años en mi vida. Hasta alcanzar la edad adulta se puede luchar por el éxito, pero siempre tendremos el deseo de que el año siguiente sea diferente, o que los dos próximos años marquen una gran diferencia en la vida. Hay una esperanza y una lucha por poder llegar a ser esa persona que quiero. Pero cuando alcanzo la edad adulta y encuentro que he obtenido, quizás, lo que quería obtener, todavía me veré a mí mismo como una persona. El enjuiciamiento no va a realizarse desde el punto de vista de lo que he obtenido, incluso cuando piense que he obtenido los logros profesionales que quería. Incluso aunque haya conseguido todas esas cosas, no sólo me voy a ver a mí mismo desde este punto de vista; seguiré viéndome a mí mismo como una persona. Esto será la base de mi juicio sobre mí mismo. Por tanto, hacia la edad adulta existe una gran crisis —cómo si anteriormente no hubiera habido crisis—. En este momento de la vida, la persona comienza a darse cuenta de que no hay esperanza. Esta es la crisis. Hasta entonces esperabas que las cosas fueran diferentes. Ahora te das cuenta: “Tengo 45 años. ¿Qué diferencia habrá con los siguientes 45? Además los siguientes 45 años son de decaimiento, por tanto no va a ser lo mismo.” El objetivo, la energía, el entusiasmo, todo, va a ir menguando lentamente. Esto indica que uno parece darse cuenta de la situación. Y la persona está obligada a emitir un juicio —que no ha hecho—. El dinero está bien. Pero ello en sí mismo no es suficiente. Alguien debe darse cuenta del hecho que he hecho dinero y que piense que soy estupendo.

Una persona que ha obtenido éxito financiero y profesional desde un inicio pobre, no sólo pensará que él ha sido quien lo ha conseguido si no que se asegurará que todo el mundo lo sepa. Ser el hijo o hija de esta persona es una tragedia. Todos los días por la mañana esta persona dirá “¿Tu sabes cómo estudié? —Estudié bajo la luces de la calle—” A pesar de que ha logrado tener éxito, no lo ha terminado de asimilar. Por tanto, esta persona tiene que fanfarronear y obtener la aprobación de todo el mundo. Esto significa que en su interior, esta persona piensa que no lo ha conseguido.

La autocrítica no parece marcharse. Es un problema crónico que se va agudizando hacia la edad adulta. Por tanto, te gustaría introducir algunos cambios en tu vida. Pero los cambios en la vida de una persona no provocan ninguna diferencia. Siempre es lo mismo porque la persona es la misma, y es ésta persona quien va a autoenjuiciarse. Este autoenjuiciamiento es el problema del ser humano. Es fácil decir, “No seas crítico”. Pero lo que las personas no entienden es que esta sentencia refleja en sí misma un juicio. No hay forma de no juzgar; El ser humano al ser consciente de si mismo va a juzgarse. Cuando te enjuicias, no vas a ser compasivo ni comprensivo con otros. Vas a juzgar. Es natural, porque si yo soy duro conmigo mismo, ¿cómo voy a simpatizar y entender a otros? Si juzgo, y tú también lo haces, ambos pasaremos a ser la normalidad. Para ser normales todo lo que necesitamos es suficiente quórum, necesitamos sólo una pequeña mayoría que marque la normalidad.

Pero entonces, ¿cómo saldré parado en mi propio e íntimo entendimiento de mi mismo, que es lo único que cuenta, para determinar si lo he conseguido o no? Esto es muy importante. El mundo entero puede decir que eres fantástico, pero al final eres tú quien tienes que asimilarlo. De otra forma pensarás que el mundo no te conoce; sólo conoce a la persona con maquillaje. Lo que realmente cuenta es lo que yo pienso de mi mismo. Ahí donde albergo este sentido sobre mí, sobre mi yo, en ese mismo lugar soy libre de la concepción de que no tengo éxito y de que todavía tengo que llegar a tenerlo, ó en otras palabras, que no todo está bien conmigo. Si la persona se siente agusto siendo ella misma, quien quiera que sea ese yo, podríamos decir que sólo esa persona es exitosa.

Autoconciencia y libertad

Podemos ver el concepto de éxito desde otra perspectiva. Como persona autoconsciente me doy cuenta que soy, en gran medida, libre en las maneras o modos de pensar; suficientemente libre para albergar ciertos deseos, suficientemente libre para actuar sobre ellos o no. Las personas pueden desear ir al cielo. Esto me sorprende porque nadie ha visto el cielo. Incluso planean ir allí después de la muerte. Esto significa que el cielo (físico) es el límite de los deseos. Este tipo de libertad, en términos de deseos, es una prerrogativa del ser humano; el ser humano está dotado con el poder de desear, el poder de saber y el poder de hacer. Este poder viene de la persona, de la cual eres consciente, una persona que es consciente de sí misma. Y en este mismo ser parece estar la libertad que queremos conseguir. ¿Qué me hace diferente de un animal como una vaca? La vaca también tiene la capacidad de desear, de saber. La vaca no sólo reúne conocimiento perceptivo, también puede hacer inferencias. Sin embargo, el comportamiento de la vaca parece estar, en algún modo, programado. Una vaca es vegetariana no por elección; por naturaleza es un animal herbívoro. Tiene ciertos deseos, pero no tienes planes para jubilarse. Y parece ser feliz siendo una vaca. Tanto si es una vaca india como de Jersey, la vaca no parece tener ningún complejo sobre esto, tal y como lo tendría un ser humano. La vaca negra no parece pensar que es negra y la blanca no piensa que es blanca. Son felices tal como son. Los animales parecen estar mejor que nosotros en este sentido ya que no tienen complejos. ¿Cómo se diferencia un animal de nosotros? ¿Qué nos hace diferentes? Tiene un cuerpo, tiene necesidades biológicas y fisiológicas; nosotros también. No hay diferencia apreciable. Pero la capacidad de saber, de desear y de actuar está programada en un animal. ¿Qué te hace libre de este tipo de vida totalmente programada? Sólo la autoconciencia.

Ser consciente de mí mismo me hace ser libre; libre en términos de desear, explorar, conocer. Es la autoconciencia la que me dota de esta libertad. Todos los seres humanos tienen una gran capacidad (śakti) en términos de deseos. Esto es una fuerza motriz, y es un tema muy importante. Las empresas multinacionales existen debido a esta gran capacidad para desear. Todo lo que los seres humanos hacen es la manifestación de esta fuerza del deseo. Incluso la destrucción por parte de los seres humanos es también originada por el deseo. Tú haces porque deseas, y deshaces por la misma causa. Este poder de desear es una fuerza tremenda de la que está dotado el ser humano. Y se manifiesta incluso en la infancia. La historia de los deseos es muy interesante. Si sigues el rastro o la historia de los deseos predominantes en la vida de una persona concreta puedes obtener su biografía. Lo único que tienes que hacer es observar todo el proceso de consecución de los deseos y los intentos para satisfacerlos.

Como niño tuve deseos. No puedo decir que los consiguiera todos. Como un adolescente tuviste deseos. No todos se cumplieron. ¿Qué niño no quiere obtener un sobresaliente en todas las asignaturas? Se tiene que conformar con algo menos, algo menos y algo menos. Los padres también tienen un montón de deseos para sus hijos, y también tienen que apañarse con algo menos. Cuando era joven tuve un montón de fantasías. En aquel tiempo pensaba que todos eran deseos legítimos —más tarde se demostraron que sólo eran fantasías—. Algunos fueron satisfechos y otros no alcanzaron un atisbo de éxito. En realidad, algunos sólo fueron fracasos. A pesar de que los deseos son la fuerza conductora en la vida, de esto no hay duda, no siempre se logran. La idea de éxito en términos de un deseo es obtener exactamente lo que se desea. Detrás de todo deseo existe un objetivo, y la persona debe obtenerlo. Pero no siempre sucede en este sentido. En realidad, después de cierto número de años de esfuerzos, incluso según surgen nuevos deseos, sabes que no vas a conseguirlos todos. Entonces te encuentras con problemas incluso cuando empiezas algo nuevo. Cuando examinas el pasado en tu vida es un hecho desconcertante darse cuenta que en las doce horas que estás despierto en un día, nunca, ni una sóla vez, has acabado de despachar la pila deseos que se acumulan.

Como niño tuve deseos incumplidos. Según crecí la lista se alargó. Todos los años que iban pasando me traían unos cuantos más deseos incumplidos en mi vida. En el momento que alcancé los cuarenta no había más esperanza de completarlos. Esto es un hecho desconcertante. Debido a este hecho no puedo mirarme a mí mismo como una persona exitosa si tengo esta cantidad de deseos pendientes e incumplidos. Estos deseos no son algo divertidos para mí. No es que yo sea tan feliz que me sienta libre de tener más deseos y por tanto albergar alguno más. Y si los satisfago estoy feliz, y si no los satisfago me mantendré también feliz. No. Estos deseos no se pueden separar de la persona en sí, la persona que desea, la que lucha, la que quiere seguir adelante. La persona competitiva, mi yo competitivo, y los deseos son idénticos; no hay dos cosas diferentes. El tipo de deseos que uno tiene se diferencia poco de los deseos de otros. Pero que todo el mundo está sujeto a los deseos es un hecho y que somos incapaces de satisfacerlos todos es otro hecho.

Estos deseos incluyen el deseo de cambiar a otros. El deseo aquí no es meramente el deseo de dinero, o del deseo de un descubrimiento en el proyecto de investigación en el que trabajas, o del deseo para un mejor puesto de trabajo o cualquier otra cosa que quieras. El deseo de cambiar a otros es un deseo predominante en la vida personal, especialmente cuando estás casado. Quieres cambiar a tu pareja. Transcurren veinticinco años de matrimonio— y sigues esforzándote por cambiar a la otra persona—El ser humano no cesa en su empeño. Y la verdad del asunto es que la otra persona está intentando cambiarte a ti.

No puedo cambiar el clima económico de la sociedad, o del país. No puedo cambiar el comportamiento de las personas. No puedo cambiar las ideas descabelladas que asumen las personas, incluso a pesar de que algunas de estas creencias estén mal fundadas. Las creencias que son absolutamente inverificables se vuelven verdades absolutas, especialmente las creencias religiosas. No hay posibilidad de verificarlas tanto si tú como yo sobrevivimos a la muerte o no. Son creencias. Y son creencias inverificables. ¿Cómo voy a verificar que tú y yo sobreviviremos a la muerte a menos que ambos nos encontremos después de morir? Asumiendo que yo sobreviva a la muerte, que vaya a ir al cielo es algo no verificable. Que me vaya a gustar tampoco. Que siguiendo a una persona, ésta pueda conducirme allí, es otra creencia no verificable. Todo esto es promoción turística. Muchas de las religiones son promociones turísticas. Me gustaría darles la libertad de creer en lo que creen y hacer lo que hacen. Pero ellos no me conceden la libertad de no creer. Esto es lo que llamamos fanatismo. ¿Basándose en qué uno puede probar que tiene más razón que otro? Quizás ambos están equivocados. Quizás ambos tengan razón. Queremos que la gente piense un poco y cambie, pero nos damos cuenta que nosotros no podemos cambiarles.

Tengo incontables deseos en mi vida. Quiero líderes políticos que se comporten adecuadamente. Quiero líderes religiosos que sean más responsables. Quiero personas en general que sean más comprensivos y generosos. Y desde luego quiero que mis padres me entiendan. Quiero yo mismo ser más comprensivo, especialmente cuando tengo que relacionarme con mis suegros. Parezco ser muy intolerante.

Por tanto, los deseos no se relacionan exclusivamente con el éxito en mi profesión, o en términos de dinero. Hay muchas áreas de deseo, y pocas de ellas están satisfechas. ¿Cuándo podré decir que soy exitoso? ¿Cuál será la fracción de mi felicidad cuando los deseos insatisfechos son más numerosos que los deseos satisfechos? No sólo tengo muchos deseos corrientes insatisfechos, también hay deseos insatisfechos en relación a mi pasado. Y hay incluso deseos sepultados en el inconsciente de los que no soy consciente. Tengo que verme como una persona con todos estos deseos, porque todos ellos me constituyen. Mi sentido de éxito se valora en términos de la cantidad de deseos cumplidos. Si esto es cierto, todo el mundo concluiría: “Soy un fracasado”. Antes de aceptar esta conclusión, tenemos que indagar en la naturaleza de los deseos.

Un deseo no siempre consiste en adquirir algo que no tienes, como dinero, una casa, amistad, nombre, poder, habilidades y conocimiento. El deseo por alguna o todas estas cosas es un deseo positivo de adquirir algo que es deseable. También, existe el deseo, igualmente poderoso, de evitar lo que es indeseable desde tu propio punto de vista. No quieres perder tu trabajo; no quieres perder el valor de tu dinero y por tanto, tienes que luchar contra la inflación. Esto significa que tienes que invertir y también que tienes que correr un riesgo. Quieres evitar un montón de cosas. Ambos tipos de deseos, positivos y negativos, son válidos. Están incluidos todos los deseos de mantener lo que ya tienes, así como los de deshacerse de lo que posees. Son un conjunto de deseos que conforman un ser humano. Su expresión es la vida misma de la persona, la historia de la persona. Las actitudes y los juicios sobre uno mismo u otros, también están basados en términos del cumplimiento o incumplimiento de los deseos. La amargura que uno puede tener sobre su vida, o sobre uno mismo, está otra vez descrita en términos de estos deseos. Incluso si uno ha conseguido completar al menos el cincuenta por ciento de estos deseos, quizás pueda decir que es exitoso. Pero no es el caso. Incluso un deseo no satisfecho ya es demasiado. Por tanto, no encuentro la manera de verme a mí mismo como una persona exitosa.

El deseo como un privilegio

Ahora aparece una persona como yo a hablar de este tema. ¿Existe algo que me ayude a ver estos deseos más como un privilegio que como algo a conseguir? ¿Hay una base para mi autoenjuiciamiento? ¿Puede haber una expresión del alma libre que soy? Estos deseos pueden constituir mi personalidad, mis gustos y aversiones, dándome una individualidad, una singularidad. De este modo, puedo mirarlos como un privilegio. Para ello, debo ser alguien aceptable para mí mismo. Esto significa que tengo que verme un poco diferente del privilegio que tengo, porque el que es privilegiado es una persona que ya disfruta de algunos privilegios. Los privilegios son un lujo. Si yo contemplo mis deseos de esta manera, entonces sí puedo decir que soy una persona exitosa.

Nuestra forma de mirar la vida es un poco diferente. Cuando digo nuestra forma de vida, quiero decir una tradición de enseñanza, enseñanza espiritual. A la luz de la visión de los maestros en esta tradición, el éxito siempre es un siddhi. Esto es completamente diferente. En este concepto de éxito, los deseos no forman la base de mi autoenjuiciamiento; son puramente privilegios. Y en esta visión el ser debe ser entendido tal y como es. Para convertir estos deseos en privilegios, para comprender lo que son, el ser debe ser adecuado incluso antes de satisfacer los deseos. Éstos deben ser contemplados como privilegios añadidos ó extras a un alma libre; una persona que ya es libre, una persona adecuada, una persona que se siente cómoda consigo misma. Esta persona que ya es libre, más los deseos, es una persona completamente diferente. Es una persona exitosa. En realidad, todas sus facultades se encuentran libres de restricciones, porque no tiene la presión por cumplir los deseos; no existe la presión para probar a otros que es alguien.

Tenemos un plan limpio, un método en la Bhagavad Gi̅ta̅. Si puedo administrar mis deseos, no me veré afectado por el sentido de fracaso. La gestión de los deseos se llama yoga. Mi capacidad de manejar mis deseos me hace un yogi, una persona que tiene cierto grado de éxito. Pero no puedes manejar nada si no sabes qué es lo que se supone que manejas. Los deseos se convierten en la base de mi autoenjuiciamiento sólo cuando los deseo me causan angustia. En otras palabras, cuando no sé cómo tomarme los resultados de una acción que he adoptado para satisfacer cualquier deseo dado. En este sentido, existe un análisis del concepto completo de fracaso y éxito en la Gi̅ta̅.

Que desees no es un problema. Es un derecho. Que necesitas satisfacer un deseo es inherente al deseo en sí mismo. No puedes tener un deseo y decir “No necesito cumplirlo”. Un deseo es aquello que necesita cumplirse. Con el objetivo de cumplir un deseo, un sueño, un anhelo, emprendes una acción. Esto no es inesperado. Simplemente observa todo el proceso. Que yo deseo es natural. Que el deseo ha a cumplirse es lo propio. Es inherente a la condición de deseo. Y que yo comience una actividad para cumplirlo es también natural. Nada de esto te molesta. Lo que te molesta es lo siguiente: Después del curso de la acción, fijas lo que quieres y observas si lo esperado se ha conseguido o no. Y este resultado esperado de tu actividad siempre está en consonancia con lo buscado originalmente. Por tanto tienes un plan. Los deseos están ahí. Tu facultad cognitiva te ayuda a trazar un plan de cómo conseguir completar el deseo. Las habilidades y recursos que dispones se unen para ejecutar el curso de la acción que has planeado para obtener lo que quieres. Pero cuando obtienes el resultado, encuentras, la mayoría de las veces, que no has tenido éxito. En otras palabras, un fracaso. De esto entendemos que mientras planeo y actúo existen muchas variables ocultas.

Reconocer las variables ocultas.

Las variables ocultas, siendo lo que son, no están bajo tu control. No tienes nada que opinar al respecto. Hay una verdad en esto: no tengo su control. Intentaré vislumbrar estas variables ocultas, tantas como me sea posible, y del mejor modo factible. Pero durante todo el recorrido siguen existiendo variables ocultas. Todo es un juego de probabilidades. Necesito cambiar de manera cognitiva. Esto me conduce necesariamente a un cambio en mí mismo. No estoy hablando de pensamiento positivo y saludable. Estoy hablando de razonar adecuadamente. Si entiendes lo qué no tienes y entiendes lo qué quieres tener, ¿es esto un pensamiento negativo? Esto es razonar. Si no te lamentas por ello, entonces lo que nace es de cierta actitud, una actitud consecuente para mi propio cambio cognitivo. Lo que intento conseguir aquí es demostrar si somos capaces de ver ciertos hechos sobre este tema.

Vivir una vida de logros es un juego de probabilidades. Cuando planeo y actúo para obtener ciertos resultados, puedo sorprenderme al encontrar un resultado que es incluso mejor que el que yo buscaba. O puedo obtener exactamente lo que buscaba, o incluso obtener menos de lo que yo quería, o incluso lo opuesto. Tomemos la simple acción de coger el autobús. La parada del autobús está al otro lado de la carretera. Tengo que cruzarla y tomar el autobús. Mi deseo es tomar el autobús. Cruzo la carretera y tomo me subo al autobús. Esto constituiría un éxito. O bien, cruzo la calle y un amigo para su coche y me lleva —esto es más de lo que esperaba—. Soy afortunado. No he tenido que gestionar algo en estas dos situaciones. Si las cosas suceden como estas en la vida, no hay problema. Pero cuando obtengo menos de lo que quiero tengo un problema de gestión. Cruzo la calle. Pierdo el autobús. Tengo que tener en cuenta ese resultado. La verdad es que no me esfuerzo para no conseguir nada. Algunas personas dicen que debes realizar las acciones sin esperar resultados. Nadie realiza una acción sin esperar un resultado. La propia acción se realiza sólo para producir resultados. Si el resultado es menos de los que esperabas, se trata de un hecho. Eres una persona cognitiva y puedes ver esto. Tienes que manejar esa situación.

Por otro lado, podría ocurrir lo opuesto de lo esperado. Estaba cruzando la calle. Dos días después me encontré despierto en un hospital preguntando algunas cuestiones básicas como: ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? Y cosas así. Estos cuatro tipos de resultados son inherentes a la acción porque existen variables ocultas. Si el resultado es mejor de lo que esperabas, las variables ocultas han jugado a tu favor. Si has conseguido exactamente lo que querías, de nuevo, las variables ocultas han estado de tu parte. Si el resultado es peor, incluso opuesto al esperado, las variables ocultas no están a tu favor. La única satisfacción sería pensar que podía haber sido peor.

En la Gi̅ta̅ tenemos una frase que dice “Mantengamos la misma mente al obtener tanto lo deseable como lo indeseable” Iṣṭa-aniṣṭa-upapatiṣu nityam samacittatvam. Los dos primeros resultados que hemos visto en el ejemplo serían deseables, iṣṭa. Los otros dos no, aniṣṭa. A raíz de ambos, si puedes mantener una mente, una actitud, en la que seas ecuánime (samacittatvam), tanto si estás eufórico por haber obtenido mucho, como si estás deprimido debido a que no has obtenido lo que querías, entonces eres un ganador, una persona exitosa en términos de la administración de los deseos. De lo contrario, tendrías que cumplirlos todos para sentirte exitoso. Dirigir los deseos no es controlarlos, porque los deseos son un privilegio. Solamente tienes que ser pragmático en el sentido de discernir si un deseo vale la pena perseguirlo, o si es posible conseguirlo con los recursos y limitaciones que tienes. Una persona cognitiva será capaz de decidirlo. Cada individuo tiene la libertad de desear. Una vez que decides conseguir un deseo, en el proceso hay una expresión personal que es muy satisfactoria. Los deseos son un privilegio y tu esfuerzo para satisfacerlos es otro privilegio. Es una tragedia no tener el entusiasmo para conseguirlos debido a la inercia. No necesitas nada más para sentirte fatal interiormente. Cuando estás activo y haciendo algo encuentras una autosatisfacción que proviene de la libertad. Esta libertad se manifiesta en tu actividad. La persona cognitiva se manifiesta en que hace planes. En realidad, te expresas de esta forma todo el tiempo. El problema comienza sólo cuando reaccionas frente los resultados. Cuando respondo a los resultados, me encuentro eufórico o deprimido. Es como un péndulo.

La Gi̅ta̅ nos dice un poco más sobre esta situación. Tienes elección y libertad con referencia al curso de la acción para cumplir un deseo. Pero no puedes tener el control completo sobre los resultados ya que existen demasiadas leyes que has de tener en cuenta. Existen demasiadas variables que controlar, por lo cual, un verso nos dice: karmnii eva adhika̅ḥ te. “Sólo tienes capacidad de elección sobre tu acción”. Las leyes, sobre las que no tienes ningún control, se encargarán del resultado. Nuestra comprensión de las leyes es muy limitada. No tenemos conocimiento de todas ellas. Es algo así como intentar preparar un presupuesto para el futuro. Tienes algunos datos en base al presupuesto de este año y manejas unas cantidades en función de cómo has planeado la manera de completar el año económico, según tus gastos, ganancias, etc.… Entonces, añades algo más para las variables ocultas, por ejemplo, un diez por ciento. Sin embargo, las variables ocultas pueden no representar finalmente un diez por ciento. Está claro que con un conocimiento y un poder limitado no puedo saber lo que va a pasar en el futuro. Es imposible averiguar lo que está por venir. No puedo saber todo lo que va a ocurrir, e incluso si lo pudiera saber, no puedo pararlo. Estoy limitado en cuando a poderes, habilidades y conocimiento. Esto es una realidad que tienes que reconocer. Cuanto más reconozcas este hecho, mejor preparado estarás para manejarlo. Como consecuencia de este reconocimiento, existe un cambio de actitud hacia ti mismo y también hacia lo que te enfrentas. Puesto que espero resultados, soy pragmático y estoy equipado cognitivamente; soy capaz de aceptar los resultados tal y como llegan. Puesto que entiendo que no tengo el control de todo y ya que los resultados son inherentes en todas las acciones, puedo de forma meditativa o en estado de oración, aceptarlos tal y como vengan.

El pragmatismo proviene de la comprensión de que los otros resultados, el inferior y el opuesto, también entraban dentro de lo posible o esperado. Estaban en el juego. Por tanto, escuchas de la Gi̅ta̅ que tienes capacidad de elección sobre tus acciones. Puedes actuar, no actuar o actuar de otra manera. Tienes un deseo; eliges obtenerlo, y eliges el curso de una acción. Existe libertad en todo el recorrido. No hay obstáculo para tu libertad. Pero cuando obtienes el resultado, te das cuenta de que tu libertad se ha ido, porque el resultado llega de acuerdo a sus propias leyes, las cuales no comprendemos. La Gi̅ta̅ dice que tienes capacidad de elección sobre tus acciones. Eres el autor de tu acción (karma-hetu) pero no del resultado (karmaphala-hetu). Debido a que existen demasiadas leyes involucradas no eres la fuente del resultado de tu acción.

Si entiendo esto, puedo ir un paso más allá y apreciar que todas estas leyes son dadas. Las leyes pueden incluir la ley del karma; las propias acciones pasadas pueden estar trabajando para favorecerte o ir en tu contra. En la experiencia humana encontramos que unos son afortunados y otros no. Mientras que existan la buena y la mala suerte, tienes que aceptar que existen otras fuerzas, porque no hay nada accidental en este mundo. Todo accidente tiene una explicación. “Accidente” es una palabra para un incidente ocurrido en el tiempo y espacio que no tiene causa conocida. El entendimiento de que no tengo elección sobre los resultados de mis acciones me dota de la capacidad de ser objetivo y tomar los resultados tal y como vengan. Puedo ser más sabio a la luz de lo que obtienes o no obtienes. Nadie es un perdedor. Sólo un cambio de actitud me hace sentirme libre en referencia a desear y satisfacer mis deseos. Entonces toda mi vida se transforma en yoga. Si toda mi vida se convierte en un yoga, me hago más sabio, nunca el perdedor.

Esto es yoga. Las leyes que existen están dadas pero no están dadas ni creadas por mí. Mi propio cuerpo me es dado. Mi mente me es dada. Mis sentidos me son dados. Mi parentesco, la tierra, las galaxias, el universo, el mundo de los objetos cuánticos, todos ellos están dados. Si todo es dado, esto significa que nadie crea nada. Todo está disponible de manera potencial. Todas las piezas de software y toda la maquinaria que ha sido descubierta estaban potencialmente. Nunca conseguimos lo imposible. Vemos una posibilidad y trabajamos por ella. El hombre fue a la luna y volvió porque era una posibilidad. Ciertas cosas descansan en forma potencial para ser descubiertas a través de la acción. Entre la acción y el posible resultado, la conexión ya está suministrada.

Todo es dado. El cuerpo, la mente y los sentidos han sido ensamblados inteligentemente y nos han sido dados. No puedes pensar en nada que sirva a un propósito y que no haya sido inteligentemente organizado, y además que esta organización inteligente no implique conocimiento. Y el conocimiento implica necesariamente un ser consciente. Si todo lo que existe nos es dado esto implica conocimiento, lo que implica a su vez un ser consciente. Este ser consciente tiene que ser aceptado, y si lo es, dices que es Dios. Este ser inteligente que ha organizado todo esto es necesariamente todo-conocimiento. Debido a que todo es dado, ese ser inteligente, ese conocimiento, tiene que manifestarse en la forma de todo lo que está aquí. Nada puede estar fuera de esta esa realidad. Dios no puede estar sentado en el tiempo y el espacio y crear el tiempo y el espacio. El tiempo y el espacio no son absolutos; forman parte del todo. Además, Dios no puede estar fuera del tiempo y el espacio porque nuestro concepto de fuera está dentro del espacio. La única alternativa es que el propio espacio no esté separado de Dios. El tiempo en sí mismo tampoco está separado de Dios. Todas las leyes, todas las fuerzas, fuertes y débiles, no están separadas de Dios. Todo lo que está aquí es Dios. Si puedo tener esta consciencia será más fácil para mí aceptar las cosas. Mi conocimiento y poderes son limitados. Sólo puedo planificar hasta cierto punto pero puedo aprender en el proceso. Por tanto, no se puede juzgar la vida en un único día. Si disfruto este proceso soy afortunado. Me vuelvo más sabio. Esto es lo que ocurre a raíz del entendimiento; es la expresión de la libertad. Mi deseo es una expresión de libertad. No me ata; es un privilegio. Si observo de esta manera, mi vida será una vida de yoga. Crezco como persona. Es esta persona la que puede hacerse compasiva, que puede comprender, que puede no enjuiciarse a sí mismo ni a otros. Esa persona es exitosa

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