Introducción al curso de la Bhagavad Gita (parte IV)

(Continuamos con la explicación del karma-yoga del artículo anterior)

En segundo lugar, aquí es donde va a entrar en juego la otra actitud que hablábamos, la actitud de cómo recibimos los resultados de las acciones. Las leyes que producen los resultados no han sido creadas por personas, ni las conocemos por entero ni podemos manipularlas a nuestro antojo. En la creación debe haber un factor inteligente que conozca y haya creado esas leyes. Nadie pude imaginar un objeto creado (un reloj, por ejemplo) sin conocimiento previo de las partes o factores que intervienen en la creación de ese objeto. Así, en primer lugar, necesitamos reconocer a un factor inteligente que es el Creador de la creación y que tienen conocimiento y capacidad para crear. Y ese Creador es lo que llamamos Īśvara o El Señor.gita2

Las leyes que rigen la creación, como las leyes físicas, químicas, biológicas, son creadas por el Creador y no están  separadas de Él. El universo visto como un conjunto de órdenes que dependen de esas leyes, no está separado de Señor. Pues bien, puesto que nosotros no hemos creado las leyes que son la causa de los resultados, cuando éstos nos lleguen, hemos de recibirlas con ecuanimidad. Esta ecuanimidad no es otra cosa que pura objetividad ya que es necesario reconocer el papel limitado de nuestra acción en los resultados siendo los resultados de cuatro posibles maneras: Resultados donde conseguimos lo que queremos, resultados donde conseguimos más de lo que queremos, resultados donde no conseguimos lo que queremos, y resultados donde conseguimos justamente lo opuesto.

Los resultados en sí no son el problema, el problema reside en la forma que respondemos a ellos, es decir, las reacciones que tenemos ante ellos debido a los apegos-aversiones. Si no conseguimos lo que queremos y nos vemos como unos perdedores,  entonces no somos dueños de nosotros mismos. En realidad, no conseguir lo que queremos es un factor que nos ayuda a aprender y a cultivarnos si podemos extraer un aprendizaje de él.

Sino estamos satisfechos con los resultaos podemos responder de tres formas diferentes: actuar otra vez, actuar de manera diferente o no actuar. Lo importante a resaltar aquí es que tenemos elección en como encaramos la acción pero nuestro derecho a elegir el resultado es limitado.

 En el verso 47 y 48 Kṛṣṇa señala dos definiciones de yoga:

«Tu elección/derecho sólo está en la acción nunca en los resultados. Que los frutos de la acción no sean tu motivo. Que tu apego no esté en la inacción». II.47

 «Establecido en yoga, ¡oh! Dhananjaya, actúa, abandonando el apego y permaneciendo igual tanto ante el éxito como el fracaso. A esta ecuanimidad mental se la llama yoga». II.48

Para completar esta doble actitud del yoga como actitud sobre la acción y los resultados, sólo nos falta reconocer al factor inteligente, al Señor, como el  dador de los frutos de la acción. Esa es la actitud de prasāda-buddhi. Es una forma de apreciar los resultados de forma global, con un entendimiento mayor sobre la cosmología del mundo y del ciclo de acciones y reacciones que tiene lugar en la acción misma. Prasāda es la aceptación cordial de algo, —independientemente del resultado— ya que reconocemos que los frutos no son aleatorios sino que siempre tienen una causa y que los mismos no están separada del Señor. Por eso, si actuamos de acorde a nuestros deberes y a nuestro dharma, actuamos como ofrenda de nuestras acciones al Señor. ¿Por qué? Porque la ley del dharma y del karma tampoco están separadas del Señor, y actuando en consonancia con esa ley sin abusar de nuestro libre albedrío, actuamos de manera armoniosa con ese orden.

Esta forma de ver los resultados requiere una visión panorámica, contemplación y conocimiento de lo que significa el Señor, del dharma y del karma.

En conclusión, karma-yoga es una actitud ante la vida que tiene como fin neutralizar los apegos-aversiones. ¿Para qué? Para minimizar los conflictos emocionales y morales derivados de las turbulencias y reacciones emocionales ante los resultados de las acciones.

Por tanto, la acción adquiere una significancia totalmente diferente a la normal, ya que ésta se convierte en yoga, es decir, en un instrumento para crecer internamente. El éxito ya no se deriva de lo que consigamos externamente sino de cuánto podemos madurar internamente para purificar nuestra mente (antaḥ-karaṇa-suddhi). ¿Para qué? Para recibir y asimilar el conocimiento se necesita una lugar con unas condiciones determinadas es decir, una mente libre de perturbaciones y capaz de retener el conocimiento.  En otras palabras, el karma-yogui no actúa buscando desesperadamente los frutos de las acciones porque sabe que su éxito no depende de ellos. Por tanto, que consiga o no sus deseos de placer y seguridad no le coloca en una situación de ansiedad. El karma-yogui sabe que para que se dé el conocimiento espiritual, su mente ha de estar serena y en calma.  Esa es la finalidad que busca con karma-yoga pero al mismo tiempo sigue recibiendo y meditando en la enseñanza que le permite obtener autoconocimiento (ātman-jñānam o Brahma-vidyā).

La purificación del karma-yoga es un paso intermedio necesario para asimilar el conocimiento espiritual, no es realmente lo que libera. Lo que libera es el conocimiento (jñānam); la liberación (moka) es en la forma de conocimiento pero sin darse las calificaciones adecuadas en la mente y en la persona del buscador ésta no puede tener lugar. Karma-yoga libera de la atadura de la acción y prepara el camino para que el conocimiento se pueda recibir y asentar.

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