El ideal de la perfección

Según el párroco de mi pueblo –quizás él esté equivocado–en la teología parece haber una separación real entre hombre y Dios. El hombre es imperfecto, tiene una culpa originaria y difiere en esencia de su creador. El hombre es pequeño, mortal, insignificante, limitado y carente.

Siendo carente quiere librarse del sentido de limitación, de pequeñez. Para solucionar este problema fundamental busca ser más grande, más seguro, más feliz, más completo. Quiere librarse del sentido de carencia y limitación. Busca en realidad lo ilimitado, lo eterno, lo que está libre de limitación pero lo enfoca erróneamente y busca, en lo finito y fuera de sí, la completitud, la seguridad, la felicidad. Al no aceptar su pequeñez pretende resolverlo por un proceso de mejoría, de llegar a ser, de devenir, de busca de experiencias más plenas, más placenteras. Esta búsqueda infinita de llegar a ser no resuelve el problema de raíz. El problema está centrado en la noción sobre lo que soy, en la noción que asumo sobre este “yo”. El problema es que concluyo que soy carente, limitado, pecador, que estoy separado del creador, del Señor, etc.

El principal mensaje de la visión y la espiritualidad de la India, desde una perspectiva vedántica, pone en cuestión esta precipitada conclusión. En la chandogya Upaniṣad (6.8.7) aparece el conocidísimo maha̅va̅kya (gran frase) que resumen muy bien toda la enseñanza vedántica.

Tat Tvam asi
Tat ­=Eso (Brahman); Tvam = Tú; asi =eres
“Tú eres Eso”

En esta frase, tú (tvam), el individuo es Tat, Eso. El pronombre Tat hace referencia al termino filosífico Brahman. Brahman es la verdad de todo, el principio de existencia y consciencia. El Ser.  La frase es una ecuación con dos términos, tú y Eso, identidades aparentemente diferentes. La sentencia de la upaniṣad no dice “tú, el individuo, serás o te convertirás –en un futuro– en Brahman”. El verbo ser (as) está conjugado en tercera persona singular,  presente de indicativo. Tampoco dice, tú, el individuo, te “fundirás” (como si fuera queso) con Brahman. No. La ecuación no conjuga el verbo en futuro.  Dice claramente que el individuo en esencia ya es Brahman. Ya está libre.

En la concepción vedántica, la liberación es algo conseguido desde ahora, es algo ya logrado. No es un evento místico o una experiencia en el tiempo, y menos algo producido o creado por un esfuerzo titánico. La liberación es algo ya conseguido pero no reconocido. Si es algo ya conseguido pero no reconocido no puede ser algo que haya que producir en el tiempo con el esfuerzo. Si es algo ya logrado pero que no lo sabemos por ignorarlo, entonces el problema es de ignorancia y la solución no está en la acción sino en el reconocimiento de lo que ya es, y para eso se necesita conocer y eliminar las nociones incorrectas que impiden reconocerlo. La acción produce resultados en el tiempo, pero en este caso, no se trata de producir algo sino de eliminar la ignorancia sobre un hecho que ya es. La acción y el esfuerzo tendrán su razón de ser como karma-yoga, como disciplinas para preparar y crear condiciones de madurez, pero la acción por sí misma y por su naturaleza no pueden producir la liberación. La acción no es un método apropiadl para eliminar la ignorancia. La liberación se da en términos de conocimiento puesto que ya está lograda pero no reconocida.

Todas las disciplinas que conforman lo que llamamos karma-yoga ayudarán a prepararse pero no tienen rango suficiente para resolver el problema de la ignorancia.  Lo contrario a la ignorancia es el conocimiento. Sólo por conocimiento es posible eliminarla. Sino se ve claramente esta diferencia, el buscador sincero se perderá en el laberinto de métodos y escuelas disponibles y creerá que existen diferentes caminos para resolver el problema. Pueden existir muchos métodos que preparen y serán imprescindibles,  pero sólo el conocimiento libera. Esto ha de verse claramente antes de empezar cualquier disciplina espiritual porque sino el esquema general no es comprendido y será motivo de confusión una vez el buscador se adentre de lleno en su sadhana.

Esta es una diferencia fundamental entre la visión de las upaniṣads y otras visiones. Y por supuesto, de la teología del párroco de mi pueblo.

Siendo el individuo pecador e insignificante puede tratar de “hacerse” perfecto mediante un proceso infinito de “mejorar” o “llegar a ser”. O puede ser rescatado ––como los bancos estadounidenses –– por el salvador. La salvación, en esta casuística, es algo a producir en el tiempo y espacio, como si fuera un evento. Argumento que se contradice porque todo lo producido en el tiempo está limitado por el propio tiempo, es un objeto atrapado en las garras destructoras del tiempo. Si la libertad ya está lograda, y la upaniṣad dice que ya eres todo, ¿Cuál es el sentido de la salvación? Además, en este concepto de salvación cristiana no ofrece posibilidad de verificación, ya que la salvación no será aquí sino en un lugar que no está disponible para su objetivación, en el cielo.

Con estas nociones –descritas de forma superficial– sobre el ser, es muy previsible que el adepto al yoga se embarque en una búsqueda basada en la cultura de “mejorar” y de “llegar a ser” a través de la acción y la búsqueda sedienta de experiencias. Puesto que el yoga facilita una técnica poderosísima, la búsqueda de la perfección y la caza de experiencias de plenitud serán perfectas para reafirmar el ideal de la perfección.

El valor por el saber y la convicción sobre el conocimiento será mucho menos bienvenido y en muchos casos, mal visto, provocando que el practicante no se interese por la indagación ontológica fundamental y se dedique a centrar su atención a otros aspectos que no resolverán el problema de raíz.

En palabras de Ortega y Gasset, una cita que refleja de forma acertada el carácter investigador de esta actividad cognoscitiva: “Esta actividad está destinada no para el hombre biológico y utilitario sino para el hombre lujoso y deportivo que renuncia a toda seguridad previa y se suicida como hombre vital para renacer transfigurado”

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